Felis silvestris catus
Hay docenas de razas, algunas sin pelo o incluso sin cola, como resultado de mutaciones genéticas y años de selección artificial, y existen en una amplia variedad de colores. Son depredadores por naturaleza, siendo sus presas potenciales más de cien especies diferentes de animales. Son capaces de asimilar algunos conceptos, y ciertos ejemplares han sido entrenados para manipular mecanismos simples.
Se comunican principalmente a través del maullido; también con gemidos, gruñidos y con diferentes vocalizaciones,11 además del lenguaje corporal.
Se creía que el gato salvaje africano (Felis silvestris lybica) era su ancestro más inmediato,12 pero evidencias genéticas recientes señalan que los gatos domésticos actuales comparten una procedencia directa con los gatos salvajes de Oriente Medio.
Sin embargo, al tratarse de una subespecie puede intercambiar —y de hecho lo hace— material genético con otras subespecies de Felis silvestris. Se ha detectado hibridación con el gato montés europeo.13 Esta hibridación masiva se considera la principal amenaza para la conservación de las variantes salvajes. Está incluido en la lista 100 de las especies exóticas invasoras más dañinas del mundo14 de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
También, de forma excepcional, se han obtenido híbridos fértiles con gatos salvajes fuera de la especie F. silvestris; en la década de 1960, la criadora Jean Mill comenzó un programa de cría cruzando gatos domésticos con un ejemplar hembra de Prionailurus bengalensis y obtuvo tras diversos cruces la actual raza de gato bengalí.15
El gato, junto con el perro, es la mascota o animal de compañía más popular del mundo.